Eran
las once de la noche. El complejo del área 51 lucía desierto, solo algunos
guardias custodiaban el perímetro iluminado por focos potentes. Una luz se
divisó en el cielo, y enseguida el sonido de un vehículo que se acercaba.
Lando
Murpt descendió del helicóptero negro y se sujetó la gabardina para protegerse
del viento producido por las astas. Se alisó el pelo, de un color artificial
indefinido, antes de estrechar la mano del jefe mayor de las Fuerzas Armadas;
lo cual acompaño con un gesto del rostro que intentó ser una sonrisa, pero solo
logró darle a su expresión un aspecto extraño que se vio acentuado por el
tostado exagerado que el solárium, o el maquillaje, conferían a su cara.
Ambos
sujetos ingresaron a una barraca de grandes dimensiones. Tras ellos, las
compuertas se deslizaron en silencio, como para reforzar la brecha que los
separaba del resto de los seres humanos.
Dentro,
en una oficina en semipenumbra, en torno a una mesa rectangular, aguardaban varios
hombres y mujeres: los presidentes de grandes potencias industriales, y los
cabecillas de las familias más ricas y poderosas de la Tierra.
—Buenas
noches, damas y caballeros —saludó el jefe mayor con un rictus indefinido en el
rostro, y una pose demasiado acartonada—. Esta reunión se pactó con mucha
anterioridad, varios, muchos años atrás, porque sabíamos que nuestro momento llegaría.
Solo era cuestión de tiempo, al fin tomaremos las riendas y empezará el proceso
de colonización. —Los presentes escuchaban sin inmutarse—. Todas las acciones
llevadas a cabo nos traen a este momento. Pero dejemos que Lando Murpt nos
ponga al tanto de lo que sigue —dijo, haciéndole una seña para que continuara.
—Tenemos
el poder definitivo. Mi asunción en las últimas horas a uno de los sillones
presidenciales más poderosos sobre la Tierra ha marcado el regreso al modelo que
Adolf estuvo a punto de instaurar, el que nos acercaría a la invasión. Pero en
esta oportunidad, no nos detendremos hasta dominar cada punto del planeta. Es
cierto que tenemos opositores, rebeldes que saben quiénes somos y que están
diseminados por el mundo dando pelea a nuestra ideología de terror, opresión y
muerte, pero somos más fuertes y poderosos que ellos. Lo lograremos, de forma
solapada como lo estamos haciendo, haremos del ser humano un esclavo ejemplar y
nos adueñaremos de este planeta, al igual que hicimos con las otras colonias.
Tenemos que continuar la »distracción, el bombardeo con información falsa, incentivar
el consumismo y el escapismo. Ya nadie puede sustraerse a
nuestro dominio, llevamos décadas implantando microchips a través de las
vacunas salvadoras. Sin embargo, aún tenemos que luchar contra quienes se
resisten a recibir esos «regalos» del gobierno; unos alegando que no son
naturales y otros, por supuesto, ya saben que estamos aquí y eligieron el otro
bando.
El
tiempo apremia, debemos actuar antes de que cada vez sean más los humanos que
despierten. A nosotros, ya nos está siendo difícil aparentar ser y lucir como
no somos. La gente que nos percibe, no se deja engañar por lentes de contacto
ni por peluquines.
No
podemos perder más tiempo, la facción rebelde está en la Tierra casi desde el
mismo tiempo que nosotros, y gana cada día más adeptos humanos. Los siguientes
pasos requieren de más muros, más pobreza, más hambre, más enfermedades, más
contaminación, más guerras, odio y violencia. Y así… la Tierra nos pertenecerá…
Sin
decir una palabra más, la reunión se dio por finalizada y los asistentes se
dispersaron sin mirarse. Afuera, varios helicópteros aguardaban. Antes de salir
a dar otra tan cuestionada conferencia de prensa, el presidente Lando Murpt se acomoda la corbata
y el lente de contacto que se ha deslizado hacía un lado del ojo bífido. Él
está allí, ocupando ese lugar, porque todo se arregló de acuerdo a lo planeado.
Alrededor
del mundo, en el corazón de algunos centros urbanos el ciudadano común protesta
con pancartas, y se moviliza pacíficamente por el ser humano, los animales y el
planeta. En otras regiones, las guerras, el hambre y la muerte son los
principales aliados que inclinan la balanza hacía la hegemonía mundial
extraterrestre.
Este texto se encuentra publicado en el sitio NGC3660
P.K.O ©