No estamos solos...





Todas las imágenes son tomadas de internet y pertenecen a sus respectivos creadores.

lunes, 13 de enero de 2014

Misión Cumplida

El chico era un genio. Con diecisiete años ya ejercía como ayudante de biólogo de un laboratorio importante. Trabajaba pocas horas por ser menor de edad, nadie conocía a sus padres. Era un empleado modelo, muy cumplidor y servicial. Pocos conocían el timbre de su voz ya que no era de distraerse; estaba continuamente concentrado en la tarea que lo ocupaba. Ése día salió como siempre a las catorce horas y se marchó en bicicleta, como era costumbre. Solo que esta vez el trayecto fue mucho más largo, pues tomo un camino distinto al que lo llevaba hasta su hogar.
Luego de pedalear unos cuantos kilómetros, al fin se detuvo en el que era considerado el lago más grande de la ciudad. Siguió a pie, cruzando un sendero de abundante vegetación, hasta llegar a un puente colgante que estaba en muy buen estado. Una vez allí, buscó en el interior de su mochila y al instante sacó un tubo metálico muy bien sellado. Con el rostro concentrado comenzó a girar cuidadosamente la tapa hasta quitarla por completo. Enseguida, dejó deslizar el contenido del recipiente en la palma de la mano. Se trataba de una ampolla, en cuyo interior se podía ver un líquido amarillo. En el rostro del muchacho se dibujó una siniestra sonrisa.
Ya de regreso en la zona urbana, contempló sin inmutarse el reguero de cuerpos que había por doquier. El único ser humano en pie en ese lugar era él. Se detuvo y, sin bajar de la bicicleta, extrajo una pequeña grabadora del bolsillo de su campera.

―Día tres: El experimento en la ciudad X fue un éxito. Saldo de sobrevivientes, igual a cero. Misión cumplida…aquí también.

Con una sonrisa de satisfacción, y sin ningún apuro, el jovenzuelo abandonó la ciudad. Detrás, los cuerpos comenzaban a disolverse sin dejar rastros…
 P.K.O © 

Micro editado, participante en miNatura 120-Dossier Guerras Futuras.

lunes, 6 de enero de 2014

Mente Abierta



Hace tiempo que esas visiones comenzaron. Aparecen de repente, sin previo aviso…

Todo inició la tarde en que halló a su amigo Peter sin vida. Había quedado en pasar por él para ir al juego de baloncesto, al no acudir a la llamada del timbre pensó que se habría dormido así que rodeo la casa hasta llegar al ventanal del living, y lo vio en el piso. No podía sacarse la imagen de la cabeza. Si bien no halló indicios que indicaran que se trató de una muerte violenta, varias cosas le llamaron la atención. Peter tenía entre los dedos una especie de telilla muy suave y transparente, similar a las que tienen algunas especies marinas; con cuidado tomó muestras, ayudado de una pequeña navaja, y pensó en llamar a la policía, pero desistió cuando vio el cuerpo de su amigo convertirse en una masa espesa y oscura, como el alquitrán, que finalmente se volvió humo y desapareció.

Sus últimas palabras todavía resuenan en su cabeza. En tantos años de amistad, él nunca quiso escucharlo y Peter parecía que siempre intentaba decirle algo. «Eric, tengo que decirte algo importante. Por favor, escúchame con atención, no me queda mucho tiempo. Tengo un secreto que quiero que sepas. No soy como tú…y habemos muchos por aquí, intentando sobrevivir. Eric, yo no soy humano…Por favor, escuchame…».

Esas fueron las últimas palabras que le oyó decir a través del teléfono, con voz entre cortada y temerosa, antes de que la conversación se cortara de repente y la línea quedara muda. Su amigo había desaparecido delante de sus propios ojos, como si nunca hubiera existido, pero era obvio que algo extraño ocurría. La respuesta la descubriría en la única prueba que llegó a guardar; esta terminó por convencerlo de que no fue casualidad que Peter lo eligiera como amigo; después de todo, él era un científico de mente abierta y con ganas de descubrir grandes misterios...

Fue a partir de ese día que iniciaron las visiones que lo acercan a esos seres diferentes que, como Peter, buscan la amistad de alguien como él…

Un humano que los ayude a sobrevivir.

 P.K.O ©

Micro participante en miNatura 121-Dossier Policiaco en la Ciencia Ficción.

viernes, 3 de enero de 2014

Obsesión...



Llevaba tiempo esperando. Había dedicado su vida a la búsqueda de vida extraterrestre.

Desde que era un niño había planificado su vida para ser científico y así indagar en la posibilidad de otro tipo de inteligencia. Era el mejor estudioso en Ufología, un científico de renombre, reconocido en todo el planeta; pero a él no le importaba. Continuó haciendo su vida de siempre, conectando los instrumentos que algún día le harían oír otra voz, otro lenguaje a años luz de la Tierra.

Había tenido tiempo de casarse, formar un hogar y tener hijos, pero nunca se molestó en conocerlos, simplemente estaban ahí, como cosas sin importancia; no sabía de sus vidas, y cuando los miraba los veía como a extraños, de la misma forma que ellos lo veían a él. Cubría sus necesidades elementales de forma mecánica, comer, dormir, ducharse; había perdido hasta la delicadeza, ya ni recordaba la pasión que sintió una vez al besar a su esposa cada mañana. En lo único que había emitido opinión de forma enérgica fue en el lugar donde debían vivir, en una chacra en medio del campo donde no existieran luces artificiales que le dificultara su relación con las estrellas. Con el correr de los años, los hijos abandonaron el hogar, se llevaron a su madre y lo dejaron como él tanto quería: solo.

Y esa noche, al fin ocurriría lo tan anhelado. Primero fue sólo un zumbido, que luego se transformó en interferencia y en medio de esta, a intervalos, un lenguaje desconocido. Difícilmente podía llegar a oírse una frase entera. Salió corriendo a encontrarse con la inmensidad negra sobre su cabeza, todo era silencio, las estrellas titilaban desde lejos. Volvió al interior de la casa y otra vez el mismo zumbido, la misma interferencia y la voz que poco a poco dejaba oír el mensaje. El científico sonrió de oreja a oreja, sus ojos brillaron, otro sonido comenzó a oírse. Salió, esta vez con tranquilidad.

Afuera, un enorme disco plateado levitaba sobre la casa, produciendo un sonido ensordecedor, alumbrando todo con sus luces brillantes y provocando que el viento se desatara. Se cubrió los ojos con el antebrazo para ver mejor y se colocó bajo el haz de luz que provenía del vientre de la nave. Con lentitud, comenzó a quitarse la ropa y, cuando quedó desnudo, siguió con las orejas, la nariz, los ojos y la piel...


Al fin volvería a casa.

P.K.O ©